El efecto Chame…

Si bien es cierto que el «valorar» lo que tenemos se desarrolla en cada ser humano en diferentes momentos a lo largo de nuestra vida, es indiscutiblemente en inumerables casos, el resultado directo de condiciones de vida injustas o absurdas incluso parecidas a las que muchos vemos en los documentales de la tele. En otros casos, se aprende a «valorar» lo que se tiene gracias a cambios repentinos, desafortunados e involuntarios ya que nos permiten trazarnos como objetivo precisamente superar las nuevas adversidades y sobre todo procurar que otros en nuestro entorno directo puedan hacer lo mismo. Sin embargo; poder apreciar desde nuestras entrañas lo que tenemos es un trabajo intensional, complicado y del día a día que en mi opinión esta inicialmente en manos de la familia.

Una experiencia de vida

Los padres tenemos la obligación de fomentar fundamentalmente con nuestras acciones en nuestros hijos ese «valorar» lo que tenemos. Mi punto de partida al iniciar las investigaciones sobre como hacer un voluntariado, era el de ofrecerle a mi hijo Matias una experiencia de vida única que contribuyera directamente con la educación de valores que tratamos de ofrecerle en casa y le permitiera «valorar» lo que tiene.

Agradecer ha sido últimamente fundamental en nuestro hogar; sobre todo ante la trágica realidad que vive mi país (Venezuela) y las innumerable historias que como emigrantes vivimos millones de venezolanos que ahora estamos regados y separados por el mundo.

Dar y apoyar aunque fuese un poquito a quienes estuvieran dispuestos a recibir nuestro granito de arena era para mi lo principal durante nuestro voluntariado. Regalarle a Matias la oportunidad de compartir un poco de lo que tiene como salud, educacion, tiempo y otro idioma me llenaba de ilusión. Poco sabía yo, que los que dejaríamos Chame verdaderamente ganando seríamos nosotros. Nos fuimos de Chame reconectados con los genuinos valores que a veces se mezclan y confunden con aquellos impostores de la sociedad donde vivimos. Salimos de Chame con las sonrisas de niños que disfrutan todo y no piden nada grabadas en nuestras memorias.

Nos fuimos convencidos de que somos mas los buenos, a los que les importa el otro y que estan dispuestos a hacer algo al respecto. Basta con conocer a Evelyn y hablar un rato con ella para tener el mejor ejemplo de ello.

Chame supero mis expectativas y nos dejo el corazón lleno, porque a pesar de la realidad y las necesidades que existen en la comunidad, son los principios de solidaridad, amabilidad, respeto, y los buenos modales los que abundan en las vidas de los niños que conocimos.

Al final fueron ellos los que nos dieron su ayuda y su apoyo sin remotamente imaginarlo.

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