Por «A» de Anna

Voluntariados únicos

Necesito compartirlo contigo, enviarte fotos, que me preguntes si soy feliz y decirte que sí, que mucho. Echarte de menos, pero dejarlo en un segundo plano y saborear cada momento de los que estoy viviendo. Estirarme en una hamaca, con las piernas cruzadas y balancearme para poder conseguir un poco de brisa y así, poder vivir con esta calor insoportable.

Decirte que he encontrado otro sitio en el mundo más allá de tu abrazo. Que se me note que vivo con dos trenzas mal hechas, unos pantalones largos y anchos y unas ojeras debajo de los ojos que hace demasiado tiempo que intento tapar con maquillaje y que aquí nadie ve. Seguramente porque el brillo de mis ojos y mi sonrisa permanente, las esconden.

Las cosas que más odio!!

Me ducho con agua fría, una cosa de las que más odio. Comparto habitación y no puedo dormir por los ruidos de mis compañeras, que en dos días, ya son amigas. Duermo al lado de una ventana y no tengo miedo de que me pase nada… Oigo los gallos que gritan desde las cuatro de la mañana y no puedo dormir, pero no me enfado. Los escucho atenta porque nunca me habían despertado los ruidos de los animales y en realidad, me da igual.

La litera es incómoda pero no me duele la espalda y no he sabido colocar una mosquitera, se me cae en la cara . Lo cierto es que podría poner todas las experiencias del día a día que hacen que viva con incomodidades, que consideraría intolerables en Barcelona. Pero no siento nada de ésto. Sólo han pasado dos días y me parece que he estado aquí toda mi vida.

Certezas de la vida de un voluntario

Alguna vez, cuando he conocido a alguien, he sabido que nos haríamos amigos rápidamente. Éstas son las certezas de la vida, como enamorarse a primera vista. Es un golpe en el pecho. No me había pasado nunca con los sitios. Tengo una extraña sensación placentera entre la diferencia y la comodidad. Sólo hace dos días que vivo en esta rutina y me parece que lo he hecho siempre.

Necesito compartir este sentimiento de estar a gusto, más bien dicho, de estar bien. Si me preguntas te explicaré mi día a día que ya se ha convertido en rutina. Te diré que no he conseguido dormir hasta las seis y que me despierto y me pasó más o menos una hora contestando mensajes.

Es cuando me va bien para poder charlar contigo tranquilamente. A las siete de la mañana, ya estamos en el colegio y la maestra, que está embarazada, no nos da mucha información de los niños que vamos cogiendo, pero que después de dos días, ya les estoy cogiendo cariño.

Mis niños en mi voluntariado

Te diré que Carlos y Evans me están llevando por el camino de la amargura pero que vienen tan contentos a clase, que me hacen feliz. Juan me ha dicho que no quiere cogerme cariño porque la última voluntaria se fue y la echa de menos. Derek está aprendiendo mucho y se comporta muy bien. Cuando nos vamos a las doce y veo las paredes de la clase, cómo están quedando de bonitas, me siento muy orgullosa del proyecto. Si tengo tiempo, me siento en la puerta de la clase y miró al patio de hierba y veo todas las otras clases en un solo piso, como si fueran casitas y todas dan al exterior.

Los niños van con uniforme y me llaman señorita y me tratan de usted. También te diré que Carlos y Jonathan me vienen a buscar a casa por las tardes para jugar y que no paran quietos. Pero que se sientan a mi lado y apoyan la cabeza en mi falda y están tranquilos. Todos éstos y muchos otros, son mis compañeros pequeños de grandes aventuras.

Soy feliz con mi experiencia de voluntariado

Estoy muy orgullosa de Mrs. Winter porque lo está haciendo muy bien con los chiquillos y que parece que siempre se haya dedicado a hacer de maestra. Charlotte me ha enseñado a pelar deliciosas frutas tropicales que desayunamos cada mañana y que tenemos una líder vasca que nos canta a “Los Chichos” pero me enseña las diferentes pronuncias de la “Z” en euskera.

Desde el principio supe que me haría amiga de la otra chica vasca y que jugamos a despertarnos por las noches.

Que JeiCi tiene nombre de rapero americano pero que él es más de chirigotas y nos deleita con su humor de Cadiz.

Paula, que luce su pelo lila allá donde va y Eloy que no quiere ni aparecer. Evelin que no parece la coordinadora y Ana, que nos cocina pero que sobre todo, se preocupa de nosotros como si también fuera nuestra madre.

En definitiva, convivimos en comunidad en todos los niveles y estamos haciendo que ésto sea una experiencia en familia.

Sí, si me envías un mensaje preguntándome qué tal todo, te diré que soy feliz, Mucho!!

Palabras de una voluntaria: Anna

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